This is an authorized translation of an Eos article. Esta es una traducción al español autorizada de un artículo de Eos.
Los castores construyen presas en los ríos. Las hormigas construyen montículos y excavan túneles. Los peces que buscan alimento desplazan partículas en los lechos de los ríos. El ganado doméstico compacta el suelo bajo sus pezuñas. Durante décadas, los investigadores han documentado las formas en que diversas especies modifican sus ambientes. Sin embargo, aún no está claro cuál es el impacto de todo este movimiento de tierra.
“La biología compite con las fuerzas geofísicas en la transformación de los paisajes”.
Una nueva investigación estima que los animales silvestres invierten anualmente 76,000 gigajulios de energía en la transformación de los paisajes terrestres, una cantidad equivalente a la de cientos de miles de inundaciones extremas. La contribución energética del ganado excede esta cifra en tres órdenes de magnitud.
“Existe la idea de que estos son procesos curiosos, únicos o inusuales”, señaló Gemma Harvey, coautora del estudio y geógrafa física en la Universidad Queen Mary de Londres, Reino Unido. Los investigadores frecuentemente piensan que el impacto geomorfológico—o moldeador del paisaje—de los animales es interesante, pero no particularmente significativo, explicó. Sin embargo, la nueva investigación demuestra que “la biología compite con las fuerzas geofísicas en la transformación de los paisajes”.
Harvey y sus colegas se sumergieron en la literatura científica en busca de estudios sobre las acciones geomórficas de los animales. Basados en investigaciones en inglés sobre ecosistemas terrestres y de agua dulce, el equipo identificó 500 especies que realizan actividades como mezcla del suelo, excavación, construcción de madrigueras, pisoteo del terreno y edificación de montículos y presas.
Más de una cuarta parte de estas especies están amenazadas, en declive o presentan tendencias poblacionales desconocidas de las que los científicos saben poco o nada. “Sus procesos geomórficos podrían desaparecer de los paisajes antes de que comprendamos su importancia”, advirtió Harvey.
Los investigadores calcularon cuánta energía invierten estas 500 especies en la transformación de los ecosistemas terrestres y de agua dulce. Según Harvey, los datos sobre la energía que gastan las criaturas en actividades biomórficas son escasos. Los valores existentes varían desde menos del 1% del gasto energético diario hasta más del 40% en especies como las lombrices de tierra, que pasan mucho tiempo excavando. Para 495 especies de fauna silvestre y cinco tipos de ganado (bovinos, caballos salvajes, cabras, ovejas y yaks), el equipo estimó la energía geomórfica colectiva considerando la abundancia global de cada especie y asumiendo que el 1% de su presupuesto energético total se destina a la modificación del suelo.
“Y aun usando ese valor conservador, la magnitud de la contribución de los animales es impresionante”.
“Utilizaron un valor muy sólido y conservador”, afirmó Clive Jones, ecólogo del Instituto Cary de Estudios de Ecosistemas en Millbrook, Nueva York, quien no participó en la investigación. “Y aun usando ese valor conservador, la magnitud de la contribución de los animales es impresionante”.
Los 76,000 gigajulios que los animales silvestres invierten anualmente en la remodelación de la superficie terrestre equivalen a 200,000 temporadas de monzones o 500,000 inundaciones extremas de ríos. Y esta cifra ni siquiera contempla los océanos o las zonas costeras.
El ganado gasta un estimado de 34.5 millones de gigajulios—450 veces más que los animales silvestres—en procesos geomórficos incluyendo el pisoteo del suelo.
Es probable que la estimación de los animales salvajes subestime su impacto total, ya que muchas especies que remueven la tierra, especialmente insectos, aún no han sido descubiertas (Las acciones de animales de gran tamaño, como la excavación de osos o el hozamiento de jabalíes, están bien documentadas). Además, los datos sobre puntos críticos de biodiversidad, como los trópicos, son más escasos en comparación con los de entornos templados del hemisferio norte.
Los investigadores publicaron sus resultados en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America.
Características de las criaturas
Ha existido un debate constante entre los geomorfólogos sobre la importancia real de las acciones de los animales, señaló Jones. “¿Se puede medir un efecto neto?” Hasta ahora, la cantidad de datos no es lo suficientemente extensa para responder a esa pregunta, agregó, pero este nuevo estudio representa “una forma muy legítima e innovadora de comenzar a abordar este problema”. Una de las dificultades para contabilizar los efectos de los animales es que la variedad de acciones que realizan supera con creces el número de procesos geomórficos físicos, explicó.
Un análisis completo del impacto de los animales debería incluir los ecosistemas costeros y marinos, donde organismos que van desde gusanos y crustáceos hasta marsopas y peces alteran los sedimentos del fondo marino. De hecho, la Gran Barrera de Coral es la mayor estructura zoogeomórfica de la Tierra, excluyendo aquellas construidas por humanos, señaló Ilya Buynevich, geólogo de la Universidad de Temple en Filadelfia, quien no participó en el estudio.
Los investigadores también podrían analizar cómo diferentes organismos interactúan en ciertos entornos y generan efectos en cascada, sugirió Harvey. Por ejemplo, las actividades de algunos herbívoros modifican la fauna del suelo subterráneo. Otras especies pueden afectar sus ambientes solo cuando alcanzan un umbral poblacional. Los anfípodos que habitan en aguas subterráneas, por ejemplo, pueden mantener la porosidad de los sedimentos de los acuíferos, pero solo si su densidad poblacional es lo suficientemente alta, explicó Harvey. La nueva investigación se centró casi exclusivamente en los efectos de los animales dentro de su rango de distribución natural; futuros estudios podrían considerar los efectos de especies invasoras o introducidas.
Para la mayoría de los científicos, incluso los ecólogos, los procesos no biológicos suelen considerarse “fundamentales”, señaló Buynevich. Sin embargo, el papel de los animales en la transformación del paisaje debería tomarse en cuenta en iniciativas de conservación, como la reintroducción de especies y la restauración ecológica. Además, estos procesos no suelen estar representados en los modelos de evolución del paisaje. Los científicos de la Tierra que buscan las fuerzas que han modelado los entornos a menudo no consideran lo que los animales podrían haber hecho, afirmó.
Por ejemplo, Buynevich investiga los procesos geomórficos en entornos costeros donde los científicos suelen atribuir ciertas formaciones a tormentas intensas o tsunamis para explicar las características que observan. Sin embargo, advirtió, “hay una gran posibilidad de que esas anomalías que observo en playas milenarias… sean nidos de tortugas marinas”. Los científicos deberían, al menos, considerar la posibilidad de que algunas estructuras sean de origen biológico, concluyó.
—Carolyn Wilke (@CarolynMWilke), Escritora de ciencia
This translation by Saúl A. Villafañe-Barajas (@villafanne) was made possible by a partnership with Planeteando and Geolatinas. Esta traducción fue posible gracias a una asociación con Planeteando y Geolatinas.